Moto

Hace dos años, compré una moto.

CFMoto 300CLX

Siempre me han gustado las motos y esta no era la excepción. Fuí al concesionario a buscarla con toda la ilusión y emoción de que al fin podria montar moto fuera del campo. Al verla ahí, nueva y esperándome no pude contener mis ganas de montarme y empezar mi primera aventura.

Cuando al fin me monte, y mientras me daba cuenta de lo tan poco preparado que estaba, me entraron unos nervios al pensar que tendría que manejar en el caos de la ciudad. Al doblar la primera esquina los pensamientos intrusivos empezaron a aparecer, "¿qué pasa si me caigo?", "¿y si se me apaga el motor?", "¿y si me presionan para moverme y no puedo?". En cuestión de segundos y antes de llegar a la proxima esquina (en mi defensa, era una calle bien larga) estaba completamente paralizado por el miedo y me eché a un lado del camino. Perdí toda la voluntad de seguir en esa situación, en la situación calle, en la situación tráfico, en la situación incompetencia, en la situación miedo.

Inmediatamente llame a con quien andaba para que viniera para poder darle la noticia de que me rendía. Necesitaba salir de ahí, y con mucha dificultad di la vuelta hasta el concecionario donde pedí ayuda a un instructor de manejo que concidencialmente estaba ahí para que me llevara la moto a casa el, porque yo no podía.

Por meses dejé el motor que en algún punto me dió ilusión, completamente abandonado en mi parqueo. La sola idea de montarme a revivir la experiencia de esa día era suficiente para recluirme y hacerme pensar en que tal vez, solo tal vez, yo soy un miedoso.

Unos meses atrás en lo que mi esposa estaba embarazada empecé un camino de introspección en el que concluí que para poder en un futuro enseñarle a mi hija a ser fuerte y valiente, necesito empezar con el ejemplo.

Lo que pensamos de nosotros mismos es tan importante como lo que hacemos. El cerebro es una máquina que trata de predecir el futuro y si lo que tengo en la cabeza es que soy un miedoso, pues la próxima vez que requiera de valentía, mi cerebro no me va a ayudar.

Al entender eso pues decidí demostrarme a mi mismo que no era un miedoso ni alguien que corre tras encontrarse con su primera derrota. Todo por el bien de mi hija, pero también por mi. Tomé clases de moto, vendí la clx300 y me compré una Yamaha MT03.

Yamaha MT03

Al salir del concesionario y pasar por la misma calle donde un año antes el miedo me paralizó, no pude evitar una sonrisa gigante que me salió del corazón.

Hoy en día amo montar motor. Busco cualquier chance para salir en el. Cada vez que me monto y avanzo recuerdo lo valiente que puedo ser si tan solo recuerdo que mis miedos, aunque válidos, no deben definir quien soy.